Identificar
al Cliente: Es necesario conocer siempre quienes son, y
por medio de uno o varios canales de comunicación ellos son identificados, para
que sean siempre vistos como el mismo cliente a lo largo de todas las
transacciones e interacciones que realice la empresa.
Diferenciar
a los clientes: diferenciarlos en términos de sus
necesidades, por una parte, y el valor que tienen para la empresa. Ser capaz de
adscribir a esos consumidores que previamente hemos identificado a grupos
definidos y caracterizados por pautas comunes, por el tipo de necesidades que
plantean a la compañía, por el valor que tienen para la empresa.
Interactuar con los
clientes: en forma que minimicen el costo y maximicen la efectividad de la
interacción. Implica mantener contactos con esos consumidores basados en la
información que tenemos de ellos y de sus necesidades, registrar esos contactos
como fuentes adicionales de información. Estos contactos deben hacerse
únicamente cuando con ello proporcionemos valor al cliente, bien con ofertas
que podamos suponer que le interesan o con peticiones de información que le
parezcan relevantes.
Adaptar nuestro producto o servicio a cada cliente: a partir del
conocimiento progresivo que se obtiene a través de la interacción. Para cubrir
sus necesidades de una manera aun más eficiente. Este es el paso más difícil de
toda estrategia CRM, y requiere una gran integración y buen funcionamiento de
los tres requerimientos anteriores.